viernes, 2 de noviembre de 2012

Una Visión muy amplia



So the balance of the nations is in the hands of the prayer movement. It’s in the hands of the prophetic church.

Es interesante que la mayoría de nosotros cuando pensamos en los tiempos finales pensamos en que el mundo se acabará. En realidad lo que ocurrirá es un cambio de épocas. Un cambio en las circunstancias, quizá las leyes que rigen el planeta y el universo y otras cosas mas, pero no es el fin del mundo.

Por eso decía Jesús que su regreso sería como en los días de Noé. Dios no destruyó el mundo pero hubo un cambio de época. Los sistemas cambiaron, como por ejemplo ya había lluvia, la tierra ahora era mas agua que tierra, se comenzaron a separar los continentes, etc, etc. Hubo un nuevo comienzo con un pueblo que era considerado escogido o “santo”. Noé recibe instrucciones sobre la vida. Probablemente a partir de estos momentos el hombre se convierte en carnívoro o al menos este tipo de práctica entra en contexto con la instrucción de Dios que regula las relaciones entre el hombre y los animales.

Con el diluvio, muchísimas cosas se perdieron, pero también muchas de las cosas continuaron, como por ejemplo las plantas, peces y animales marítimos. Ellos quedaron y continuaron habitando el mundo que ahora estaba regido por nuevos sistemas, o al menos, modificados.

Este vistazo al pasado tan solo pretende ponernos en contexto de lo que estaríamos esperando al final de la era. Dijo Jesús que habría una separación entre naciones, que no necesariamente significa países o áreas geográficas. Esto significa que nosotros, la Iglesia, tiene un rol protagónico en la transformación de las diferentes naciones, a través de la oración y acción por revelación. El poder y sabiduría de Dios se estará manifestando a través de la Iglesia en las diferentes regiones. La Iglesia se convierte en un “Noé” por así decirlo, el punto de referencia que determinará la posición de una nación dentro del plan de gobierno de Jesús cuando regrese a reinar.

Es interesante que parte de la iglesia del Señor esté comprometida con una agenda política o económica. Líderes de iglesia se han aliado a agendas de partidos políticos y desecharon la agenda de Dios. La agenda política ha dividido a la Iglesia en dos grandes fuerzas, mientras que la agenda de Dios trata de unir a la Iglesia en una grande y poderosa fuerza para convertirla en un faro que sirva de estándar para una vida bajo los principios de Dios. Seguimos levantando otro “faro” que no es Jesucristo y ese faro son los líderes a quienes colocamos en un pedestal y decidimos apoyarlos y seguirlos sin importar si violan o no los principios de Dios. De repente nos encontramos siguiendo a una bandera o agenda que no es la de Dios.

Entonces, es necesario que se levanten líderes transformadores en las siete esferas, incluyendo la Iglesia. Líderes comprometidos con la agenda de Dios para la nación.

La pregunta es ¿Cuál es la agenda de Dios para la nación? ¿Cuál es la agenda de Dios para Mejicanos, para Cuscatancingo? ¿Cuál es la agenda de Dios para la universidad Andrés Bello? ¡Cuál es la agenda de Dios para el lugar en el que me encuentro ahora mismo y sobre el cual ejerzo algún tipo de influencia?

Aquí es donde una Iglesia unida hace la diferencia. En el libro de efesios se nos dice que nos unamos para llegar al conocimiento pleno del Hijo de Dios y que alcanzando esa estatura no seremos llevados por cualquier viento de doctrina, es decir, seremos un faro que alumbra con la luz de Dios.

Cuando alcancemos ese estatus, entonces las cosas que se construyan serán eternas, es decir, serán útiles en la era que se aproxima, la era del gobierno de Jesús. ¿Qué cosas son eternas? Las leyes que se hayan dictado de acuerdo a los principios de Dios y los sistemas que sobre ellas se construyan. Todo lo demás será destruido bajo la pérdida de aquellos que invirtieron sus vidas y sus tesoros en esas leyes y esos sistemas.

Leyes como la del aborto, la cual está en contra de los principios de Dios, será forzada a desaparecer y junto a ella todo el sistema político y económico. Todos aquellos que obtenían sus ganancias en esta industria perderán todo. Y así con todas las leyes injustas y sus sistemas.

Las naciones que logren una transformación en este lado de la historia, recibirán poder y bendición como nunca antes. Los que estaban abajo estarán arriba en términos de autoridad y poder. Habrá abundancia,  paz y bendición en las naciones que se ajustaron al “cordel” de Dios, como dice la Escritura, que la nación que sirva al Señor, sobre ella siempre habrá lluvia para que sea una nación productiva. La agenda de Dios para una nación es traer este tipo de cambio desde los fundamentos.

Algunos podrían decir “esa es una época lejana en la cual ya yo no estaré aquí…no tengo que preocuparme por eso, aprovecharé lo que pueda en esta vida…”. Pues muchos en verdad están en lo correcto, como dijo Nehemías a los que no eran judíos “ellos no tienen parte con nosotros en la construcción del reino”. Definitivamente muchos no entrarán en el reino, no porque Dios no se los permitió sino porque decidieron no hacerlo ya que la oportunidad la tenemos todos. Sin embargo, para aquellos que hemos profesado creer en Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, a nosotros si nos compete. Es nuestra responsabilidad caminar en esta agenda en los lugares de influencia en los que Dios nos ha colocado en el tiempo en el que estamos allí.

Nosotros si estaremos en el cambio de épocas y se nos asignará una responsabilidad acorde  a nuestra fidelidad, experiencia y capacitación de parte de Dios. Yo creo que entonces las asignaciones no se harán por “título” o “conectes”, se hará por la fidelidad a Dios al seguir Sus principios de vida. También creo que esta clase de personas existen actualmente y están en alguna medida sufriendo a causa de su testimonio por Jesucristo, siendo que ocupan lugares de influencia actualmente en las diferentes esferas de la sociedad. En esta nueva era del gobierno de Jesús, dentro del currículo se le pedirá su “experiencia espiritual” para darle la oportunidad de trabajar en un área específica y tener un nivel de autoridad específico.

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